miércoles, 30 de noviembre de 2011

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“El tiempo está loco”
Pero,¿Qué tiempo? Ellos llaman por igual al clima como al paso constante de las agujas. Lo que ellos llaman horas, no es más que la vida.  Lo que llaman tiempo (clima) no es más que frío o calor; sol o nubes, lluvia o sequía. Qué puedo hablar yo del clima. Solo podría contarles cuanto tiempo llovió o cuanto lleva sin llover…
Dios es el único al que no le importa el tiempo. No lo necesita. Está desde antes de la historia y más allá del fin de ella. Nosotros lo  necesitamos. Corremos tras de él. Pero el tiempo trascurre con o sin nosotros. Somos las personas las que le damos entidad “al reloj”.  De otra manera solo sería una caja cuadrada, redonda, triangular, con puntas, sin puntas con dos o tres flechas sin sentido.
Nos hemos convertidos en seres agujas. Y las agujas en un agujero, del color que quieran, pero sin fin. No vamos a ninguna parte, pero creemos que si. ¿Para qué sirve el paso de los segundos? Solo para mantenernos alertas de que la vida pasa. Para sumergirnos en la locura de “hacer” antes de que se termine. Pero en realidad ¿Se termina el tiempo o nosotros? Al señor cronómetro no le importa si estamos o no. A él solo le interesa la entidad que le damos. Nos utiliza. Pero pensamos que lo utilizamos a él.
Festejamos cuando acumulamos tiempo. Cumpleaños, aniversarios, una semana, tres días, 8 meses. Pero, por ejemplo: Cuando festejamos un cumpleaños, creemos celebrar un año más, pero también podríamos decir, un año menos. Eso ya no sería motivo de fiesta. Entendemos al reloj con un sentido positivo. Pero la entidad a las agujas es lo que nos termina matando. ¿Y si al olvidarnos  de los minutos la vida fuera eterna? ¿Quién nos dice que no nos cansaríamos de vivir? Si para determinada edad no estás muerto, empezas a esperar a la parca. Pensas que ya es hora. Que cada día es regalado. Miras el reloj y  te preguntas ¿vendrá ahora, mañana, en una hora, en cinco segundos? Como si estuviéramos esperando la pronta llegada de una amiga. Y así perdemos los últimos tiempos de nuestra vida, esperando el fin de ella…
Por si no se han dado cuenta “el tiempo” me capturo. Y al fin escribiendo, no he hecho más que darle entidad. Creo que ya he invertido demasiada vida en él. Quiero aprovechar mis agujas en otras cosas. Es mejor que lo ignore por un tiempo… 
Salvador Muro 

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Rescatado, antes que se olvide


Yo bebía el último trago de café y la taza se llenaba de palabras (tal vez las más sinceras de toda mi historia) y el agregado ya no era azúcar, sino lágrimas que se anudaban en la garganta. El cuerpo rodó por las escaleras y el alma quedo justo en la puerta de su entrada. La luna que encontré en el camino, de vuelta, estaba esplendida como nunca. Fue el dolor más lindo que tuve, y el más triste, sin dudas. Sentir que una cuadra más lejos, era un segundo más de aquella gran verdad que apreté entre dientes tanto tiempo. La tranquilidad de tener y hacerme cargo de la culpa. El sin-sabor de saber que, lamentablemente, tenía que ser así y no de otra manera. ¿Cuál será el motor que alimente mi creatividad? ¿Cómo puede uno llegar a entender tan fríamente el "deber ser" y asesinar su felicidad mirándola a lo ojos? El temor, asfixiante, de perder todo y la satisfacción de guardar en la memoria mil y una fotos de buenos momentos.
Con lo que queda de mí me iré a otra parte, que seguramente quede muy cerca de ti. Porque a cada centímetro que me alejo, es un paso más cerca tuyo. Y es que la distancia alimenta el deseo. Pero al deseo lo tendré que borrar con el mismo puño que escurrí la lágrima renegada que escapó de mis ojos en el momento justo que la noche descorchaba su primer champagne. Podrás vestirte de mis colores, podrás irte tan lejos que doblando la esquina me encuentres, pero nada de eso hará que todo lo que ofrezco siga estando para ti hasta el día que lo necesites. No pierdas ni una lágrima, porque la taza que antes tuvo café y ahora tiene palabras está a punto de explotar, y con ella se destruirá mi alma.
Esta noche será imborrable y siempre la recordaré como el momento donde mi corazón vomito su verdad sin pedirme permiso. Donde te defraude profundamente y sentí la tristeza más terrible de todas. Todo seguirá igual o no. Estaremos a un millón de kilómetros pero juntos o frente a frente pero con una distancia insoportable. Pero sea como sea, sólo será lo que decidas....
Ahora sí, bebo la última gota del más amargo y fuerte cóctel que jamás conocí y me despido con mi mejor sonrisa esperando que las aguas se aclaren y pueda ver el fondo cristalino nuevamente. Ojala pueda volver a beber café, pero que la taza quede vacía, esperando al próximo visitante, que sin dudas no seré yo...

Salvador Muro

martes, 25 de octubre de 2011

Sol- edad

Descubrí que siempre escribo desde la soledad. Desde muy chico. A pesar de ello no puedo considerar a ninguno de mis escritos vacío de contenido. Siempre tuve algo que decir; mucho o poco, pero algo. Tal vez la intención era traducirme. Decir en un texto aquello que en el diálogo tanto me costó la mayoría de las veces. No es que sea poco expresivo. Es solo que las más veces hay una gran diferencia entre lo que se interpreta y lo que quiero demostrar. Y es en esas ocasiones donde desisto de manifestarme.
Por qué razón la dirección de mis palabras está puesta en que el otro me descubra. Por qué arriesgo mis sentimientos hasta en el más pequeño detalle. Aprendí a “ser” todo lo contrario a lo que mamé en mi cuna. Será que he sentido tan pocas veces que arriesgaran por mi, que empiezo  por ser fiel a mis carencias y termino por dar más de lo necesario. Seguramente podríamos discutir sobre cuánto es necesario. Pero solo me limitaré a decir que en no todo se debe arriesgar. Hay momentos que no requieren más energía que la de respirar. Yo me empecino en querer torcer cada sombra del destino y aunque nada me  demuestra que es posible, siempre me queda algo de espíritu para intentarlo una vez más.  
Le escribo a ese lector con olfato. Al que lee con los ojos del alma. Al que es capaz de vomitar sus tripas por un bello poema. Y poco me importa  si veinte personas piensan que lo que expreso es cursi, malo, poco catedrático. Si solo una logra extraer algo de lo que mis manos codifican para su propio beneficio, ya estará cumplido el más alto objetivo al que puedo aspirar. Es que en cada letra envío miles de abrazos para las almas dolidas, pues solo espero uno de vuelta cada tanto. Ese abrazo puede ser físico o no. Puede  que sea un abrazo del alma. Ese que damos cuando acompañamos desde el silencio al otro, o el que expresamos con pocas y justas palabras.
Todo esto me lleva a pensar en la relación que guardo con la música. Mucho más tiempo de lo que creen, me la paso enchufado a un auricular. Es que siempre encuentro una letra que me conmueve el alma. Que me demuestra que no soy el único que piensa determinadas cosas y hasta me da cierta envidia por aquellos que logran traducir lo que sus almas le dictan. Esas personas que a través del arte logran convertir lo malo que les sucede en algo hermoso, y lo bueno en inmejorable. Realmente es una asignatura pendiente poder componer una letra que me encuentre ella a mí. Que hable de quien soy. Que movilice un solo espíritu.
¡Todo guarda relación! Ahora es cuando mi actividad en la radio también se corresponde con lo antes dicho. Esa magia de hablarle a alguien, pero no saber exactamente a quien. De dirigir nuestra voz hacia el micrófono y esté a quién sabe cuanto lugar. Para laburar en radio hay que tener sensibilidad. Sino es imposible sentirse acompañado. Es necesario tener el corazón abierto para concebir la presencia del otro por más que no lo veamos. Es creer en lo que vemos y lo que no. Es darle a la imaginación el sonido para que invente figuras, colores, situaciones, rostros y cuanta cosa se cruce. Se necesita sensibilidad para olvidarse de los problemas personales y poner lo mejor de uno para sacarle una sonrisa a ese oyente que poco nos conoce, pero que necesita reír para sanar su corazón de alguna herida. Ni hablar para llegar a la emoción. Y todo con la palabra…
Sólo para terminar quiero dejarles algo que escribí hace un tiempo, cuando estaba estudiando,  y que quizás algunos amigos recuerden.  

SOLEDAD DE VERSOS
  
Algunos la buscan, otros la sufren.
Algunos le dedican letras, otros lágrimas.
Algunos la ven pasar, otros llegar.
Algunos saben de donde viene y porque, otros solamente la cargan en sus espaldas.
Algunos la eligen por sus actitudes, a otros solo les toca por decisiones ajenas.
Algunos solo piden un momento de ella, a otros los acompaña de la mano toda una vida.
Algunos -  pocos- la pueden definir pero no sentir, otros tantos las sufren, sienten y no necesitan de definiciones para conocerla.
Para algunos son rachas, para otros algo con lo que convivir.
Para algunos solamente letras formando una palabra, para otros palabra que los deja inconclusos.

Salvador Muro


jueves, 6 de octubre de 2011

Carta del corazón a un amor imposible

Descubrí que la distancia no simplifica las cosas. Una vez te dije que era ella, la que acrecienta el deseo. No apreciar tu figura “en vivo” no significa no tenerte presente. Pues a cada instante te pienso. Tus fotos están, también tu dibujo; y sobre todo tu imagen en mi cabeza. Eso es imborrable.
Con mucho pesar, debo reconocer que no puedo encontrarle la solución a lo que siento. Posiblemente sea el tiempo el que resuelva. No es que no entienda como son las cosas. Porque en un sentido racional, las cosas ya están dichas y no pueden cambiarse. Pero las cuestiones del corazón van por otro lado. Es como si tuviera una vida a parte de la mía y se manejara solo. No podré dejar de pensar en vos, al menos en un futuro próximo. ¡¡¡Tendré que aguantarme!!! Lo que no significa que las cosas no deban cambiar un poco. Intentaré dominar mis ganas de decirte que te quiero a cada instante. Me esforzaré por mantenerte libre de mí; por cerrar mi boca que muchas veces en mi afán de cuidarte, termina por condicionarte…
En estos días he sido el hombre más infeliz de todos y he odiado profundamente al amor. Mi objetivo se centrará en volverme frío. Será la única manera que deje de sufrir por cosas que no se compran, que no se pueden obtener sin la voluntad del otro y que a mi parecer, deberíamos tener todos sin mayores esfuerzos. Ojala pudiese olvidarte, alejarme definitivamente y ser feliz. Pero tenerte frente a mis ojos sólo un segundo me hace feliz. No quiero negarme de eso, aunque después sufra el triple…
Yo se que no soy para vos. Y no digo que vos no sos para mí, porque a cada instante te elijo. Muy a pesar y en contra de mi ideal, pero es así. Obvio que vos no tenes nada que ver con lo que siento. Pero si debo pedirte que me conserves, que me cuides. El tiempo para lo que pudo ser era este. Ya está pasando y el tren se va despacio. Las lágrimas quedaran en el anden, pero es así y no de otra manera.
Ha sido ( y lo es), un verdadero placer sentir todo lo que siento. He llegado muy alto, y he logrado conocer cosas de mi persona que nunca nadie había logrado motivar.
Lamentablemente para los dos, no puedo asegurar que esto no vuelva a pasar. No puedo darte la plena seguridad que deje de quererte. Y si algún día mis sentimientos se te hacen pesados y te fastidian, no deberás más que decirlo, para que yo, con tremendo pesar me aleje de ti.
Me encantaría saber qué se te pasó por la cabeza estos días. Se que la vida sigue. Porque de echo yo, aún con los pedazos que me quedan sigo caminando. Regalando fingidas sonrisas. Pero es así. Nunca me sentí tan cerca de la felicidad y ha su vez, tan cerca del precipicio.
Yo seguiré intentando encontrar a alguien con la que pueda compartir mis días y se merezca todo lo que ofrezco. Y vos por tu parte, seguramente, muy pronto encuentres a esa persona que le ponga luz a tus días. Pero ya no seré yo el que deba decirte que tan bonita sos, que hay en tu alma. Ya no deberás ser vos la que espere para abrazar, ni la que me quite el sueño; ni la que me motive la escritura. Deberé convertir mi sentimiento de amor, es sentimiento de amistad. Y solo así podré ser lo que vos esperas. Pero llegará el día en que te saque definitivamente de mi alma, y ahí si, podré recuperarme y cerrar definitivamente mi pequeño mercado de “cosas para dar”.
Volveremos a hablarnos y a vernos. Aún así tendrás que respetar mis tiempos. No quiero volverme una carga para vos. Y no quiero seguir sufriendo por esto. Que ha sido lo más hermoso de mi vida y a la vez lo que más estrago causó en mí ser…

Salvador M 

miércoles, 28 de septiembre de 2011

No temas a la distancia


            Si algún día no me encuentras y sientes que me extrañas como nunca, busca dentro tuyo que ahí viviré por siempre.
           Si en ocasiones te acuerdas de mi rostro y una sonrisa sale de tu boca, déjala fluir, porque seré yo quien ría contigo.
Si mis abrazos no encuentras una tarde, cierra los ojos fuertes y llámame en silencio; veras como notas mi presencia. Porque aunque no lo creas, a cada instante estoy contigo. Mi piel te pertenece, mi alma a ti te entrego.
         Si el sol un día sale más tarde, no te preocupes. Fui yo que retrase su llegada para verte dormida un rato más. Y es que mi alma salta al vacío con cada pestañear de tus bellos ojos. Tu risa el mejor remedio para el dolor de mi corazón.
        Puede que la angustia te aborde y sientas ganas de llorar como nunca. Hazlo. Mi puño invisible te secará la cara y guardará cada lágrima como el más valioso tesoro.
      Y en esos momentos felices de tu vida, yo seré feliz. Disfrutaré tu algarabía y te sacaré mil fotos que guardaré para que me hagan compañía en mis tristes noches. En esas que no entiendo a la vida. En esas que al alejarme de ti, aún más cerca te siento. Es que la vida me ha puesto el más duro de los desafíos: Olvidarte. Lo intento, pero aún así no puedo. Me despierto en las noches y te nombro en silencio. Mi corazón te busca, para seguir latiendo. Las estrellas que te mando cada noche, te acarician el pelo y me traen tu perfume para seguir durmiendo…

lunes, 20 de junio de 2011

Volver


Cuando llegó a la terminal sintió el mismo olor, la misma brisa. Miró a su alrededor y era como si el tiempo no hubiera pasado. Ahí seguía el café y el mismo pool, de paño verde, donde jugó por última vez hace diez años.
            Juan se había marchado de su ciudad con la motivación del estudio. En ese momento, pensó, que visitaría a su ciudad al menos una vez al mes. El destino lo deslumbraría con un mundo nuevo de oportunidades, que harían que él no volviera hasta ahora.
Ya de recorrida por su vieja y querida ciudad notó que todo estaba casi igual. Esas casas con sus típicas chimeneas humeantes, la plaza principal con su característico olor a tilo floreciente, la escuela “Normal” donde terminó sus estudios secundarios y conoció a su primer amor y el Museo del quíntuple campeón de Formula 1, que gravó su nombre, junto al de la ciudad, en cuanto mapa se conozca.  También recorrió el Parque Municipal “Cerro el triunfo” y encontró el mismo banco donde, tantas veces, hizo un descanso para recuperar el aire, el punto más alto del cerro de donde pudo, como en aquel entonces, ver todo el pueblo. Todo seguía como antes  y eso lo ponía feliz. Lo ponía feliz porque sentía, a pesar que hubieran pasado diez años,  que nunca se había marchado.
Muchos de su generación emprendieron como Juan, en aquel entonces, el camino en busca de su  futuro. Ahora él emprendía el regreso. No era el mismo. No tenía veinte años. No estaba en busca de su titulo, ya lo tenía en las manos. Él había cambiado, pero su ciudad estaba ahí, como siempre. Con su misma gente y sus mismos lugares. Con sus tilos y su museo. Sí como diez años atrás, Balcarce, le daba la bienvenida, con la misma sonrisa, con la que lo vio partir. 

Salvador M. 


jueves, 16 de junio de 2011

Lo mucho y poco que tengo

Ya no busco, pues no encuentro.
Ya no sufro, pues no siento.
Ya lo quiero y no lo tengo.
Ya te he visto, pero no nos vemos.
¿Dónde estás? Dime ¿compartimos el mismo cielo? No lo creo. Pues el mío es gris y el tuyo es pleno…
Ya no camino por las calles del tiempo. Camina tú por los horizontes nuevos. Que me han visto antes, pero que ahora no nos conocemos…
Dile al viento que aquí lo espero. Que lleve todo, lo que aún conservo. Que me deje sólo el canto nuevo de los arcoíris de grises plenos…
Ya lo ves, recién nazco y ya muero. Mordiendo el polvo. Cayendo lejos.
Nadie comerá rosas, ni versos nuevos. Solo soñaron los otros con las agujas del tiempo...
El hombre del alba ya viene al encuentro y preparo todo para cantar lejos. Donde el cielo es corto y el amor Sincero. Donde silba el otoño de tus ojos frescos…
Si me ves llorar, no me tengas miedo. Pues lágrimas es lo que aún tengo. Y el corazón hambriento hoy lo empeño, por vasijas rotas con montón de sueños…
Es por ello que ya no busco, ni sufro ni siento.
 Que no tengo sueños, tampoco tiempo.
 Que no camino, que ya no veo.
Pero a pesar de todo lo que callo y muerdo hoy te digo, con el poco aire que aún conservo…
Que aquí estoy y aquí te espero…

Salvador M.

viernes, 3 de junio de 2011

solo tiempo

El tiempo pasa lento y yo, acá me envejezco.La carne no es sólo eso, también es sentimiento.
Me susurra al oído el viento y yo escucho su consejo…
Dile que la quieres, regálale tu universo. No! Yo me niego…
También el me deja, no importa, la procesión va por dentro. Camino al horizonte y solo miro el cielo…
Ya no tengo lágrimas ¿qué fue del frío? ¿De los sueños? Ya ni ellos acompañan a este pobre forastero….
Dime luna ¿por qué ya no veo tus ojos sinceros? ¿Qué hago con lo que siento, pero muere por dentro?
Mi carne ya no es la misma. Tampoco mi pelo. La mente se mantiene fresca, pero acumula recuerdos…
El anuncio que esperaba. Sí, mi corazón ha muerto. Lo que tenía ya fue, hoy es sólo un trapo viejo. No lo lamentes. Es tarde. Sus palabras son silencio ¡Y eso que grito! pero nunca lo sintieron y despacio se fue apagando, como se apaga el mejor fuego…
Lo que queda te lo regalo, para que juegues como en cuento. No te aflijas, ya no duele… Es sólo cuestión de tiempo….
Salvador M.

jueves, 2 de junio de 2011

Conociendo- me

Soy. Un poco soy.
Soy esa carta que no escribí. La puerta que no cerré; la película que no vi. Los sueños que no cumplí; las promesas que me olvide…
Un poco soy y seré, todo lo que siempre fui…
Las lágrimas que no lloré, los besos que no le di.
Los pasos que no camine. Lo mucho que perdí. Lo poco que entregue.
Soy eso. Mucho y nada a la vez.
Soy tiempo vivo y tiempo muerto. Soy amor y desesperanza. Soy barro. Soy ceniza. Soy infancia dormida; soy adultez temprana…
Soy del barrio en que viví, soy de la tierra que adopte… soy de los cielos que miré y de los que no vi también…
Soy un poco aquel muchacho. El que hace rato no veo. El que corría; el que reía; el que gritaba…
Soy necesidad; mano extendida. Puño cerrado.
Soy carne viva, soy riqueza del alma.
Siempre fui y soy. El seré lo dejo para mañana…por eso soy
Soy todo y nada. Soy sólo en compañía. Soy compañía en abundancia.
Soy perfume de primavera.
Fui botella vacía. Botella y sufrimiento. Hijo de un extraño amor, de fugitivos pasos; de historia vacía.
Soy amor escondido, tristeza insolente.
Soy de pocos amigos, de mates desvelados y estrellas recurrentes.
Soy del trueque pasado; de comida repetida, de ojos empañados...
Soy el de la familia deseada, el bueno para nada…
Fui y soy, el de los logros sin compartir, el de las horas sin escribir.
Un poco olvidado, un poco insultado, un poco querido.
Soy el de la tierra ajena. El de lo mío, tuyo. El de las noches largas, el de las mañanas en paz.

miércoles, 1 de junio de 2011

Triste humanidad

De pronto llegue a la cima. Imponente se levantaba ante mí los cerros más antiguos. De ahí se ve todo el pueblo. De ahí se ve la historia. Desde ahí pude ver a la humanidad.
Nos vi a nosotros, los de hoy, sufriendo por las mismas cosas.
Vi a los que hacen el amor sin dejar de pensar en la oficina; a los que miran pero no ven más allá de sus ojos.
Vi al amor reírse de frases echas; vi a la ilusión suicidarse ante mí.
Vi a los mezquinos del alma. A los que “donan” compasión sin poder entender la importancia de lo sincero.
Vi a los que proclaman la palabra llorando por algunos pesos y me vi a mí también queriendo entender todo eso.
Vi a los desamparados. A los de la risa falsa; a los del cariño comprado. Y pude ver, a los que corren al reloj sin darse cuenta que el tiempo es hoy.
Vi a la naturaleza, toda, permanecer a la espera del reconocimiento del hombre. Vi al viento desganado por sentirse ignorado.
Con terrible pena puede ver a los que escuchan pero no sienten; a los que gritan sin ser escuchados; a los que matan a la verdad sin ningún reparo.
Ahora empezaba a ser todo más claro, porque vi al hombre matarse de apoco, pensando en el mañana, pero sin fe. Sin fe en él, y ahí se ve la lenta agonía de la humanidad.
Vi a los ostentadores de lo material, pero vacíos de corazón. Vi a los caritativos de la boca, pero tacaños de  solidaridad.
Vi a los que quieren todo sin esfuerzo y vi, además, a los que piden un trozo de pan para poder seguir viviendo.
Vi a los “valores” hacer su maleta e irse. Vi al cielo oscurecerse como nunca antes y hasta el sol se mostró triste y con frío por el dolor de quien lo ve todo.
Lamentablemente vi todo eso y mucho más. Todo era mucho más claro. Y con un terrible dolor en el corazón entendí, que “nosotros” estamos demasiado distraídos como para poder observar al mundo.


 Salvador. M