martes, 25 de octubre de 2011

Sol- edad

Descubrí que siempre escribo desde la soledad. Desde muy chico. A pesar de ello no puedo considerar a ninguno de mis escritos vacío de contenido. Siempre tuve algo que decir; mucho o poco, pero algo. Tal vez la intención era traducirme. Decir en un texto aquello que en el diálogo tanto me costó la mayoría de las veces. No es que sea poco expresivo. Es solo que las más veces hay una gran diferencia entre lo que se interpreta y lo que quiero demostrar. Y es en esas ocasiones donde desisto de manifestarme.
Por qué razón la dirección de mis palabras está puesta en que el otro me descubra. Por qué arriesgo mis sentimientos hasta en el más pequeño detalle. Aprendí a “ser” todo lo contrario a lo que mamé en mi cuna. Será que he sentido tan pocas veces que arriesgaran por mi, que empiezo  por ser fiel a mis carencias y termino por dar más de lo necesario. Seguramente podríamos discutir sobre cuánto es necesario. Pero solo me limitaré a decir que en no todo se debe arriesgar. Hay momentos que no requieren más energía que la de respirar. Yo me empecino en querer torcer cada sombra del destino y aunque nada me  demuestra que es posible, siempre me queda algo de espíritu para intentarlo una vez más.  
Le escribo a ese lector con olfato. Al que lee con los ojos del alma. Al que es capaz de vomitar sus tripas por un bello poema. Y poco me importa  si veinte personas piensan que lo que expreso es cursi, malo, poco catedrático. Si solo una logra extraer algo de lo que mis manos codifican para su propio beneficio, ya estará cumplido el más alto objetivo al que puedo aspirar. Es que en cada letra envío miles de abrazos para las almas dolidas, pues solo espero uno de vuelta cada tanto. Ese abrazo puede ser físico o no. Puede  que sea un abrazo del alma. Ese que damos cuando acompañamos desde el silencio al otro, o el que expresamos con pocas y justas palabras.
Todo esto me lleva a pensar en la relación que guardo con la música. Mucho más tiempo de lo que creen, me la paso enchufado a un auricular. Es que siempre encuentro una letra que me conmueve el alma. Que me demuestra que no soy el único que piensa determinadas cosas y hasta me da cierta envidia por aquellos que logran traducir lo que sus almas le dictan. Esas personas que a través del arte logran convertir lo malo que les sucede en algo hermoso, y lo bueno en inmejorable. Realmente es una asignatura pendiente poder componer una letra que me encuentre ella a mí. Que hable de quien soy. Que movilice un solo espíritu.
¡Todo guarda relación! Ahora es cuando mi actividad en la radio también se corresponde con lo antes dicho. Esa magia de hablarle a alguien, pero no saber exactamente a quien. De dirigir nuestra voz hacia el micrófono y esté a quién sabe cuanto lugar. Para laburar en radio hay que tener sensibilidad. Sino es imposible sentirse acompañado. Es necesario tener el corazón abierto para concebir la presencia del otro por más que no lo veamos. Es creer en lo que vemos y lo que no. Es darle a la imaginación el sonido para que invente figuras, colores, situaciones, rostros y cuanta cosa se cruce. Se necesita sensibilidad para olvidarse de los problemas personales y poner lo mejor de uno para sacarle una sonrisa a ese oyente que poco nos conoce, pero que necesita reír para sanar su corazón de alguna herida. Ni hablar para llegar a la emoción. Y todo con la palabra…
Sólo para terminar quiero dejarles algo que escribí hace un tiempo, cuando estaba estudiando,  y que quizás algunos amigos recuerden.  

SOLEDAD DE VERSOS
  
Algunos la buscan, otros la sufren.
Algunos le dedican letras, otros lágrimas.
Algunos la ven pasar, otros llegar.
Algunos saben de donde viene y porque, otros solamente la cargan en sus espaldas.
Algunos la eligen por sus actitudes, a otros solo les toca por decisiones ajenas.
Algunos solo piden un momento de ella, a otros los acompaña de la mano toda una vida.
Algunos -  pocos- la pueden definir pero no sentir, otros tantos las sufren, sienten y no necesitan de definiciones para conocerla.
Para algunos son rachas, para otros algo con lo que convivir.
Para algunos solamente letras formando una palabra, para otros palabra que los deja inconclusos.

Salvador Muro


3 comentarios:

  1. Recuerdo eso pegado en un vidrio por el cual no se veía nada, solo una pared y esas cosas que genera una cámara y el trabajo de un amigo!!! En mardel, el vidrio falso y al lado el otro el que si dejaba ver el mundo pasar... y muchas otras cosas más!!! jajaja

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  2. COMO OLVIDARLO! GRACIAS LOCO. SOBRE TODO POR TUS PALABRAS!

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