lunes, 20 de junio de 2011

Volver


Cuando llegó a la terminal sintió el mismo olor, la misma brisa. Miró a su alrededor y era como si el tiempo no hubiera pasado. Ahí seguía el café y el mismo pool, de paño verde, donde jugó por última vez hace diez años.
            Juan se había marchado de su ciudad con la motivación del estudio. En ese momento, pensó, que visitaría a su ciudad al menos una vez al mes. El destino lo deslumbraría con un mundo nuevo de oportunidades, que harían que él no volviera hasta ahora.
Ya de recorrida por su vieja y querida ciudad notó que todo estaba casi igual. Esas casas con sus típicas chimeneas humeantes, la plaza principal con su característico olor a tilo floreciente, la escuela “Normal” donde terminó sus estudios secundarios y conoció a su primer amor y el Museo del quíntuple campeón de Formula 1, que gravó su nombre, junto al de la ciudad, en cuanto mapa se conozca.  También recorrió el Parque Municipal “Cerro el triunfo” y encontró el mismo banco donde, tantas veces, hizo un descanso para recuperar el aire, el punto más alto del cerro de donde pudo, como en aquel entonces, ver todo el pueblo. Todo seguía como antes  y eso lo ponía feliz. Lo ponía feliz porque sentía, a pesar que hubieran pasado diez años,  que nunca se había marchado.
Muchos de su generación emprendieron como Juan, en aquel entonces, el camino en busca de su  futuro. Ahora él emprendía el regreso. No era el mismo. No tenía veinte años. No estaba en busca de su titulo, ya lo tenía en las manos. Él había cambiado, pero su ciudad estaba ahí, como siempre. Con su misma gente y sus mismos lugares. Con sus tilos y su museo. Sí como diez años atrás, Balcarce, le daba la bienvenida, con la misma sonrisa, con la que lo vio partir. 

Salvador M. 


jueves, 16 de junio de 2011

Lo mucho y poco que tengo

Ya no busco, pues no encuentro.
Ya no sufro, pues no siento.
Ya lo quiero y no lo tengo.
Ya te he visto, pero no nos vemos.
¿Dónde estás? Dime ¿compartimos el mismo cielo? No lo creo. Pues el mío es gris y el tuyo es pleno…
Ya no camino por las calles del tiempo. Camina tú por los horizontes nuevos. Que me han visto antes, pero que ahora no nos conocemos…
Dile al viento que aquí lo espero. Que lleve todo, lo que aún conservo. Que me deje sólo el canto nuevo de los arcoíris de grises plenos…
Ya lo ves, recién nazco y ya muero. Mordiendo el polvo. Cayendo lejos.
Nadie comerá rosas, ni versos nuevos. Solo soñaron los otros con las agujas del tiempo...
El hombre del alba ya viene al encuentro y preparo todo para cantar lejos. Donde el cielo es corto y el amor Sincero. Donde silba el otoño de tus ojos frescos…
Si me ves llorar, no me tengas miedo. Pues lágrimas es lo que aún tengo. Y el corazón hambriento hoy lo empeño, por vasijas rotas con montón de sueños…
Es por ello que ya no busco, ni sufro ni siento.
 Que no tengo sueños, tampoco tiempo.
 Que no camino, que ya no veo.
Pero a pesar de todo lo que callo y muerdo hoy te digo, con el poco aire que aún conservo…
Que aquí estoy y aquí te espero…

Salvador M.

viernes, 3 de junio de 2011

solo tiempo

El tiempo pasa lento y yo, acá me envejezco.La carne no es sólo eso, también es sentimiento.
Me susurra al oído el viento y yo escucho su consejo…
Dile que la quieres, regálale tu universo. No! Yo me niego…
También el me deja, no importa, la procesión va por dentro. Camino al horizonte y solo miro el cielo…
Ya no tengo lágrimas ¿qué fue del frío? ¿De los sueños? Ya ni ellos acompañan a este pobre forastero….
Dime luna ¿por qué ya no veo tus ojos sinceros? ¿Qué hago con lo que siento, pero muere por dentro?
Mi carne ya no es la misma. Tampoco mi pelo. La mente se mantiene fresca, pero acumula recuerdos…
El anuncio que esperaba. Sí, mi corazón ha muerto. Lo que tenía ya fue, hoy es sólo un trapo viejo. No lo lamentes. Es tarde. Sus palabras son silencio ¡Y eso que grito! pero nunca lo sintieron y despacio se fue apagando, como se apaga el mejor fuego…
Lo que queda te lo regalo, para que juegues como en cuento. No te aflijas, ya no duele… Es sólo cuestión de tiempo….
Salvador M.

jueves, 2 de junio de 2011

Conociendo- me

Soy. Un poco soy.
Soy esa carta que no escribí. La puerta que no cerré; la película que no vi. Los sueños que no cumplí; las promesas que me olvide…
Un poco soy y seré, todo lo que siempre fui…
Las lágrimas que no lloré, los besos que no le di.
Los pasos que no camine. Lo mucho que perdí. Lo poco que entregue.
Soy eso. Mucho y nada a la vez.
Soy tiempo vivo y tiempo muerto. Soy amor y desesperanza. Soy barro. Soy ceniza. Soy infancia dormida; soy adultez temprana…
Soy del barrio en que viví, soy de la tierra que adopte… soy de los cielos que miré y de los que no vi también…
Soy un poco aquel muchacho. El que hace rato no veo. El que corría; el que reía; el que gritaba…
Soy necesidad; mano extendida. Puño cerrado.
Soy carne viva, soy riqueza del alma.
Siempre fui y soy. El seré lo dejo para mañana…por eso soy
Soy todo y nada. Soy sólo en compañía. Soy compañía en abundancia.
Soy perfume de primavera.
Fui botella vacía. Botella y sufrimiento. Hijo de un extraño amor, de fugitivos pasos; de historia vacía.
Soy amor escondido, tristeza insolente.
Soy de pocos amigos, de mates desvelados y estrellas recurrentes.
Soy del trueque pasado; de comida repetida, de ojos empañados...
Soy el de la familia deseada, el bueno para nada…
Fui y soy, el de los logros sin compartir, el de las horas sin escribir.
Un poco olvidado, un poco insultado, un poco querido.
Soy el de la tierra ajena. El de lo mío, tuyo. El de las noches largas, el de las mañanas en paz.

miércoles, 1 de junio de 2011

Triste humanidad

De pronto llegue a la cima. Imponente se levantaba ante mí los cerros más antiguos. De ahí se ve todo el pueblo. De ahí se ve la historia. Desde ahí pude ver a la humanidad.
Nos vi a nosotros, los de hoy, sufriendo por las mismas cosas.
Vi a los que hacen el amor sin dejar de pensar en la oficina; a los que miran pero no ven más allá de sus ojos.
Vi al amor reírse de frases echas; vi a la ilusión suicidarse ante mí.
Vi a los mezquinos del alma. A los que “donan” compasión sin poder entender la importancia de lo sincero.
Vi a los que proclaman la palabra llorando por algunos pesos y me vi a mí también queriendo entender todo eso.
Vi a los desamparados. A los de la risa falsa; a los del cariño comprado. Y pude ver, a los que corren al reloj sin darse cuenta que el tiempo es hoy.
Vi a la naturaleza, toda, permanecer a la espera del reconocimiento del hombre. Vi al viento desganado por sentirse ignorado.
Con terrible pena puede ver a los que escuchan pero no sienten; a los que gritan sin ser escuchados; a los que matan a la verdad sin ningún reparo.
Ahora empezaba a ser todo más claro, porque vi al hombre matarse de apoco, pensando en el mañana, pero sin fe. Sin fe en él, y ahí se ve la lenta agonía de la humanidad.
Vi a los ostentadores de lo material, pero vacíos de corazón. Vi a los caritativos de la boca, pero tacaños de  solidaridad.
Vi a los que quieren todo sin esfuerzo y vi, además, a los que piden un trozo de pan para poder seguir viviendo.
Vi a los “valores” hacer su maleta e irse. Vi al cielo oscurecerse como nunca antes y hasta el sol se mostró triste y con frío por el dolor de quien lo ve todo.
Lamentablemente vi todo eso y mucho más. Todo era mucho más claro. Y con un terrible dolor en el corazón entendí, que “nosotros” estamos demasiado distraídos como para poder observar al mundo.


 Salvador. M