martes, 6 de noviembre de 2012

El recuerdo de un ausente


Él camina entre letras descuidadas. Los ritmos que aturden a los oídos distraídos. Yo lo conocí cuando se reía. Su rostro era distinto. Él tenía sueños y poseía gran pasión por lo que hacía. Ahora vagabundea en el callejón de los recuerdos…
Se nota que su cabeza está a punto de explotar. Se respira en el aire, el olor a decepción. Guardadas las armas de la pasión, poco queda más que transcurrir una vida. Quien no juega el juego está destinado a no ganar. Ojala hubiera podido salvarlo. Que no se sintiera así.
A nadie le importó lo que sentía. Lo subestimaron a pesar que dio cuenta de su inteligencia. Le negaron verdades. Le resistieron abrazos. Quién se hará cargo de las luces que apagaron en su corazón. Lo modificaron. Hicieron que perdiera el brillo en lo ojos. Nadie le ha devuelto la paz. Su sinceridad pisoteada, espera un alma compasiva que le diga la verdad que noto en los ojos del mentiroso.
Le enseñaron (porque experimentaron con él) que aunque no sea un enemigo fehaciente, si te sientes atacado, destruye. Pero ¡hazlo sin escrúpulos muchacho! Nadie ha pagado los daños que te causaron. Entonces por qué sentir compasión  y sostener la bondad. Preocúpate solo por ti.

Y a pesar de todo eso… No se creyó esas “verdades” y camino hacia el horizonte… Nadie notó su ausencia

Ja! Y todavía se quejan 


Salvador Muro 

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